viernes, 29 de octubre de 2010

Una antigua leyenda griega....(y que leyenda!!!)

   Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres que posaron los ojos en él. Era un hombre que no reconocía leyes ni mostraba clemencia alguna.
   Su habilidad en la batalla y su intelecto superior rivalizaban con los de los mismísimos Aquiles, Ulises y Hércules. De él se escribió que ni tan siquiera el poderoso Ares en persona podría derrotarlo en la lucha.
   Y por si el don del poderoso dios de la guerra no hubiera sido suficiente, también se decía que la diosa Afrodita en persona besó su mejilla al nacer y se aseguró de que su nombre quedase grabado para siempre en la memoria de los mortales.
   Bendecido por el divino toque de Afrodita, se convirtió en un hombre al que ninguna mujer podía negarle el uso de su cuerpo. Porque en lo referente al sublime Arte del Amor, no tenía igual: su resistencia iba más allá de la de cualquier mero mortal; sus ardientes y salvajes deseos no podían ser doblegados.
   Ni rechazados.
   De piel y cabellos dorados, y con los resplandecientes ojos de un guerrero, de él se comentaba que su sola presencia era suficiente para satisfacer a las mujeres y que un solo roce de su mano proporcionaba un indecible placer.
   Nadie podía resistirse a su encanto.
   Y así, los celos arrojaron sobre él una maldición. Una que jamás podía romperse.
  Como la del pobre Tántalo, su condena fue eterna: obligado a buscar su propia satisfacción sin poder alcanzarla nunca. Obligado a anhelar las caricias de aquella que lo invocara y a proporcionarle un placer exquisito y supremo.
  De luna a luna, yacería junto a una mujer y le haría el amor hasta que se viera obligado de nuevo a abandonar este mundo.
  Pero hay que tener cuidado, porque una vez que se conocen sus caricias, quedan impresas en la memoria de su amante. Ningún otro hombre podrá satisfacer la jamás. Porque ningún simple mortal puede ser comparado con un hombre de tal apostura. De tal pasión. De tan denodada sensualidad.
   Contempla al maldito.
   Julian de Macedonia.
  Apriétalo contra tu pecho y pronuncia su nombre tres veces cuando llegue la medianoche bajo la luz de la luna llena. Él vendrá a ti y, hasta la siguiente luna, su cuerpo estará a tu disposición.
  Su único objetivo será complacerte, servirte.
  Saborearte.
  Entre sus brazos aprenderás el verdadero significado de la palabra paraíso.


Este es el comienzo de un libro que la verdad, te engancha desde la primera hoja. Se llama  "Un amante de ensueño" de Sherrilyn Kenyon. A mí me ha encantado, desde luego consigue que te enamores de Julian y desees que algún día llegue un chico como ese a tu casa y te descoloque todos tus esquemas. Me encantaría desvelar mucho más pero prefiero que lo leáis.
Así que, ¡a leer se ha dicho! ya me contaréis que os ha parecido.